sábado, 11 de mayo de 2024

Sobre la "crisis de valores" (Pt 3)

Cualquiera que lea este blog de vez en cuando sabe que tengo bastante afición por la antropología, y que la identidad es una de las cuestiones a las que me asomo cada cierto tiempo. Me fascina. Es algo unicamente humano; ningún animal se "identifica" como algo. Tampoco necesita un punto de referencia; un animal es. Pero el ser humano no. El ser humano lleva su capacidad de abstracción hasta extremos absurdos, como por ejemplo la psicosomática o los placebos. La capacidad de la mente del ser humano de configurar el entorno donde vive es tan extrema, que en cierta ocasión hablando con un amigo me dijo que le encantaría "ver el mundo a través de los ojos de otra persona", pues no se imagina como se percibiría de distinto a su propia realidad.
Me desvío. Quería hablar de como, en buena parte del mundo hoy en día y en nuestras sociedades hasta hace muy poco, la identidad cultural se sobreponía a la identidad individual. Como leía en el Warnerd: "en un mundo de guerras y matrimonios concertados, el amor como virtud era peligrosisimo" (referido a la Iliada). No soy un nostálgico del Antiguo Regimen y no defenderé aquí que la mujer se quede en casa cuidando a los niños, ni ningún anacronismo así. Pero la existencia de grandes identidades tribales daban un punto de referencia muy comodo a la hora de evaluarse uno mismo, y una serie de valores y principios a los que recurrir. Yo fui un adolescente heavy. Y como adolescente heavy tenía mis heroes, que realizaban hazañas y me servían como inspiración y modelo de comportamiento. Cumplir mi palabra. No rendirme. Ser orgulloso. Era una identidad construida en canciones y poemas, en historias y anecdotas. Era una identidad que compartía con mucha gente, con una serie de simbolos que nos permitían identificarnos entre nosotros y una serie de rituales que reafirmaban esos valores. (Por si alguien tiene curiosidad sobre este tema, "a headbangers journey" es un documental buenísimo sobre esto. Está disponible en Youtube). Esa fue mi identidad durante ese periodo y ha seguido conmigo, pero hay otras muchísimas.
Mi "identidad tribal" era una versión terriblemente aguada de las verdaderas identidades tribales anteriores. Lo que un hombre tenía que ser. Lo que una mujer tenía que ser. Esas normas y codigos que articulaban la sociedad, a su vez, la enclaustraban. Pero al ser sustituidos por... la nada, eliminan la capacidad de soñar, construir realidades, rebelarse. La tabula rasa en la que vivimos, donde la máxima aspiración es... vivir, nos elimina al perro de Pavlov del crecimiento humano. ¿Para qué ser cientifico, si mis proyectos los saboteará un comite mediocre? ¿Para qué querer ser futbolista, si solo llegan los enchufados? El culto a la mediocridad, la corrupción... el vacío nihilista en el que vivimos, donde reflexionar esta mal visto o querer algo más que el placer más básico e inmediato resulta "exótico", nos deja a la deriva. Para nosotros es nuevo, pero las culturas anglosajonas llevan una generación enfrentandose a esto. El éxito genera inseguridad que genera dependencias que generan adicciones. Y destrucción. Y finalmente, incapaces de procesar el éxito, la gente es destruida.
¿Y cual ha sido la diferencia fundamental entre las sociedades anglosajonas y las mediterraneas hasta hace muy poco? La familia, la plaza, el espacio compartido. El entramado de obligaciones y recompensas, emocionales, físicas, financieras que aporta nuestra estructura comunitaria. La perdida de esas comunidades es el germen de nuestra destrucción como sociedades y como individuos.
Mi conclusión, si se me permite una, es la siguiente. El día que dejamos de jugar en la calle, empezamos a pudrirnos como sociedad. Se puede remediar. Pero hay que sacar a los niños a la calle. Y hablar con nuestros vecinos. Y saludar al portero. Y pararnos a disfrutar del placer de nuestra compañia. Hay que soltar la pantalla y salir a la calle. Y que nos dé el sol, y hagamos ejercicio, y nos riamos, y aprendamos cosas y escuchemos. Y dormir y comer y sentir y disfrutar. La clave para superar una crisis de valores es construir, desde la felicidad individual a la colectiva y viceversa.
Podemos. ¿Queremos?

Sobre la "crisis de valores" (Pt2)

Decía Seneca que, las siguientes cosas, son la clave de la felicidad:
- El Sol
- Los amigos
- El ejercicio
- El descanso
- La alimentación
- Cultivarse a uno mismo.

Hoy en día, tenemos facil acceso a casi todo eso. Lo tenemos enredado en mucho ruido, pero una vez conseguimos reducir los elementos de nuestra vida a una rutina en la que surge todo eso... de repente, estamos bien. No es tan dificil. El problema es darnos cuenta de ello y entender, por un lado, el dificil equilibrio entre las expectativas y la realidad (no voy a poder comer siempre lo que me gusta, ni siquiera es bueno eso) y por otro lado el equilibrio entre nuestras necesidades individuales y las necesidades colectivas. Seneca, que era un filosofo clásico, venía de una sociedad en la cual el espacio personal era limitado y la supervivencia obligaba a la convivencia constante. Actualmente, por suerte y por desgracia, no es así. No necesitamos ir al mercado a comprar y establecer una relación de confianza con nuestro proveedor. Ni con nuestro sastre, ni con nuestros proveedores de nada. Podemos vivir en un vacio emocional en el que pasemos semanas sin hablar con nadie con quién nos gustaría sentarnos un rato a conversar. O quién nos importe minimamente.
Eso es antinatural. Y en su antinaturalidad surge el origen de nuestra "crisis". La tecnología ha ido más rápido que nuestro avance social y, actualmente, no sabemos que hacer con nuestros padres, con nuestros hijos, con nuestras parejas, con nuestros amigos. Dependiendo de nuestra preferencia, cosas que siempre se han dado por hecho se aceptan o se descartan y el lenguaje común se fractura. ¿Qué significa compromiso? ¿Qué valor tiene la palabra dada? ¿Donde acaba mi responsabilidad y empieza mi egoismo? Cada persona tiene una respuesa distinta para esta pregunta y, la fragmentación de significados convierte al lenguaje en prisionero del avance tecnológico. La gente habla de "responsabilidad emocional", cuando lo que debería decir simplemente es "honestidad". Honor, es una palabra que suena medieval. Y vivimos en una terrible disociación entre el miedo a ser buenas personas y la necesidad de convivir con buenas personas.
Puestos a hablar de crisis de valores, yo preferiría hablar de crisis de lenguaje. Y de identidad. Sobre todo, crisis de identidad.

Sobre "la crisis de valores" (pt1)

Ayer me salió un video en Facebook con una reflexión interesante. El autor decía que: "vivimos en la mayor época de prosperidad material de la historia de la Humanidad. Hace cien años, una ducha caliente era un lujo impensable. Las calorías que consumimos, dando por garantizadas, un espejismo. Y sin embargo, vivimos en una nube de infelicidad, depresión, ansiedad, tristeza..."
Era curioso pensar sobre ello. Yo mismo me reconozco en ese texto. Y sin embargo... el otro día comentaba que noto una grave falta de "Motivación". Cuando lo escribo con mayúsculas me refiero a algo más que a "cobrar este mes" o "permitirme unas vacaciones" o "acabar de pagar mi casa". Hace mucho que mis grandes sueños de juventud quedaron atrás (el último, conseguir un ascenso, ya lo cubrí) y los pequeños-grandes sueños (formar una familia, construir un hogar, tener hijos, cuidar de los míos...) quedaron detrás. En parte por esas "calorias garantizadas" de las que hablaba el autor, en parte por un entorno que frunce el ceño ante esas ideas.
No creo que tengamos tanto una crisis de valores como una "crisis de objetivos". Tanto individuales como sociedad. Creo que hemos renunciado a la esperanza a un mundo mejor, a la justicia, a la felicidad... El otro día ví un meme que decía que "ningún desarrollo tecnológico puede sustituir a la sensación de comunidad". Y eso me pareció también super importante. La fragmentación social me parece que es la clave de esa crisis de ansiedad y depresión. Y la fragmentación social es lo que hace que no tengamos esos grandes objetivos, porque cuando vemos a un vagabundo por la calle no pensamos "ese podría ser yo, no es justo que pase esto. Tenemos que hacer algo. Tengo que hacer algo", sino algo del tipo "algo habrá hecho para merecerlo" o "no quiero tener nada que ver con él, puede que me pegue algo o intente dañarme".
La falta de empatia creo que es el principal elemento que orienta esa crisis de objetivos.
Otra cosa que decían en el video ese era sobre el ocio. Que hoy en día consumimos ocio mucho más elaborado y de mayor calidad que nunca. Ya alguna vez he dicho que, la primera revolución tecnológica de la humanidad fue la que pasó de cazadores-recolectores a agricultores-ganaderos sedentarios. Y esto liberó a una parte de la tribu para poder dedicarse a trabajos especializados, los primeros artesanos. Hoy en día, tenemos personas cuya única justificación vital es entretenernos. Pero no ya entretenernos con elaborados productos, fruto de años de preparación y de talento, sino en muchos casos simplemente meneandose delante de una camara. Hemos llegado a tal nivel de desarrollo económico, que tenemos empresas dedicadas a hacer papeles de determinados colores para que nos limpiemos la cara con ellos. Y eso me parece magnífico.
Pero a la vez, hemos perdido algo. Hemos conseguido un gran desarrollo pero... ¿para qué?



domingo, 21 de abril de 2024

El culto de la mediocridad

Hoy leí un texto sobre como, el éxito del reggaeton, es el fracaso de América como sociedad. Como su ausencia de ritmo, de musicalidad, su escasa profundidad literaria, su banalidad y su busqueda constante de la satisfacción más elemental y básica, ensañada desde la infancia a menores demasiado jovenes para verse expuestos a una sexualidad insistente, es un homenaje a la ignorancia, a la falta de oportunidades, a la mediocridad. Y como eso se hace desde una trama social consciente, que empuja a jovenes a discotecas y lugares de ocio donde se les ofrecen drogas, prostitución y adicciones, para volverlos maleables y perpetuar el ciclo de abuso.
Y la verdad, lo leí y pensé que no está tan alejado de la realidad. No ya de que sea una conspiración global, sino que hemos caído en una forma de hedonismo en la cual, la busqueda de satisfacción personal, nos ha hecho perder el norte. La ruptura de la transmisión de valores, esa constante en toda sociedad (mi padre es un carca y no sabe lo que es la vida, no como yo), ha tomado un cariz mediocre terrible. Estamos adictos a los teléfonos móviles, que nos inyectan estimulos constantes, de forma que sentarse con unos colegas simplemente a tomar el sol y charlar "nos sabe a poco" y enseguida alguien saca el teléfono.
Estamos bastante vacios. Y es una pena. Porque las inquietudes siguen estando ahí, las cosas que merecen la pena buscar, debatir, obsesionarse con ellas siguen ahí. Seguimos necesitando poesía, música, viajes, amor. Seguimos siendo criaturas literarias, que se cuentan historias. Y se nota en un resurgimiento de buenas peliculas, buenas series. Se nota en que, en la corta distancia, la gente sigue queriendo aprender, sorprenderse, descubrir. Ese constante menosprecio a la inteligencia, a la cultura... no soporta una cierta edad o una cierta perspectiva.
Así que sí. Vivimos en un mundo que busca la satisfacción automática, porque así es más facil dominar a la gente. También hacerla sentir insatisfecha y triste, para que continue consumiendo y buscando, quejándose por todo e intentando abstraerse de su realidad. Pero ni siquiera ese entorno acaba con el espíritu humano, que constantemente busca mejorar.
Así que no pierdo la esperanza. Somos mejores que esto y seremos aún mejores.

Tirando triples

El otro día tuve una sensación muy curiosa. Pensaba en mi vida y me venía a la cabeza esos concursos de triples, en los que hay una bandeja llena de pelotas y uno va corriendo, tirandolas e intentando encestarlas. En mi cabeza, esas pelotas eran mis días y yo iba, constantemente, tirandolos a la basura. Uno, otro, otro. Al ceder la iniciativa en mi vida, esperando a que pasara algo para poner en movimiento el resto de acciones que me llevarían a estar mejor, había perdido el norte. Ya nada iba en la dirección que yo quería, sino que simplemente me iba dejando llevar. Y así, un día sucede a otro, y a otro, y a otro. El invierno pasó, sin pena ni gloria y la primavera le sucede, tampoco sin nada que contar a casa.
Esta no es vida. La futilidad mata al espíritu, le arranca de su natural condición de explorador, buscador, aventurero. Estamos hechos para realizar acciones, para condicionar nuestro entorno. Para vivir. Para hacer cosas que nos hagan felices y compartirlas con gente que haga nuestras vidas mejores. No estamos diseñados para estar sentados en una parada de autobus, esperando a que llegue la vida.
Y aún así, un día sucede a otro y siento que, mañana, no será mejor que hoy. Y así no se puede.

sábado, 20 de abril de 2024

Hostilidad identitaria

Llevamos una semana de lucha cultural sumamente intensa en la comunidad de miniaturas... porque GW ha decidido sacar miniaturas femeninas. No es nada nuevo, ya tenía miniaturas femeninas de otras gamas. Pero la linea de "super soldados geneticamente modificados etc etc" era masculina. Y bueno, han decidido cambiarlo. A raíz de allí, tenemos las explicaciones de "rendición a la cultura woke", "mercantilismo miserable", "ausencia de principios"...
Yo, por mi parte, no me voy a pelear con nadie por unas miniaturas. Ya aguanté meses de "es que son demasiado caras" y la gente comprandolas. En las comunidades frikis, en general, hay mucha moralina, mucha hipocresía y mucho complejo. Y eso sin meternos en el histórico y sus luchas sobre si eran seis u ocho botones, en unas miniaturas que miden 13 mms de alto.
Internet, en lugar de crear un espacio común de compartir ideas y sinergías, se ha convertido en un pozo de odio y resentimiento. Cualquiera que haya tenido un día malo, se pone ante un teclado y vomita sin ningún tipo de filtro. Si a eso le sumamos el nivel de polarización en que vivimos, resulta que cualquier decisión puede convertirse en una puerta abierta a una guerra identitaria feroz, porque la tortilla es con o sin cebolla y como me contradigas te rajo.
Suena a broma, pero no lo es.
Y hoy pensaba que, en parte, eso puede ser debido a la descomposición de la identidad tribal. Las guerras de religión, en toda su absurdez y brutalidad, surgen de un principio básico. Nosotros tenemos la verdad universal y ellos no. Nuestras formas, nuestras decisiones, nuestros idiomas, nuestra identidad son la correcta. Y son la correcta porque todas las demás son incorrectas. Uno está dispuesto a renunciar a su capacidad de decisión, a subordinarla a un bien superior o a una comunidad... siempre y cuando ese bien superior y esa comunidad sean las buenas. Si resultara que fueran incorrectas... ¿por qué iba a permitir que me dijeran como vestir, que días descansar, como educar a mis hijos...? ¿Qué demonios?
Pero eso está perdido. Ya no existe una identidad tribal común, sino que nos han dejado "sueltos" para que elijamos la nuestra. Y hay mucha gente muy lastimada que ha ido escogiendo identidades que les reflejan. Cultos de la violencia, de la soledad, del odio. Sé que voy a hacer un Godwin de libro, pero como sucede en ese peliculón que es American History X, cuando le quitas el odio que ha sostenido a alguien durante años... queda muy poco. Hay que reconstruir y eso es muy dificil.
Toda esta polemica sobre identidades políticas en un juego de miniaturas sería absurda, sino fuera porque no lo es. Como dijera Churchill, "un fanático es aquél que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema". Porque estos mismos que ven "wokeismo" en todo, son los que en otro momento histórico veían "manipulación burguesa" en todo. Es la excusa para decirnos a todos los demás como pensar, basicamente, como ellos. Y ojo, que no digo que no haya fanáticos woke que quieran imponer su ideologia. Pero tan absurdo es imponer una ideología con calzador como aceptar una mentalidad de sitio ante algo que, exceptuando en determinados sectores, no deja de ser algo minoritario. Perspectiva. A mi no me gustó que cambiaran el nombre de Eldar a Aeldari, pero eso no amenaza mi sexualidad. Tampoco debería hacerlo que saquen miniaturas distintas.
Vamos a calmarnos.

Gente para quedar con gente y gente para una actividad

Una de las cosas que pensé esta mañana es que hay dos tipos de quedadas. Las quedadas "por quedar" y las quedadas "para hacer algo". En ciudades grandes, me da la impresión de que nadie sale de casa si no tiene un plan y un plan bien detallado. A mí mismo me pasa, me da muchísima pereza hacer nada. El medio es hostil, la calle está llena de ruido y un trayecto de 10 minutos en coche me puede matar cinco veces. Así que paso, de verdad. Prefiero quedarme en casa y esperar a que vengan tiempos mejores que enfrentarme a eso. No tengo fuerza, no puedo...
Esa no es la actitud. Así que fuerzas. Pero ya casi salir de la cama es un esfuerzo. Así que entiendo que la configuración standard sea salir para realizar una actividad concreta, en un sitio concreto, con unas condiciones. Y ese sea el motivo.
Luego hay otra forma de hacer las cosas. Sin llegar al extremo sureño máximo (salir a la calle "a ver a quién me encuentro y que sale". Yo llegué a irme a un festival a 500 kms de mi casa así), uno puede salir simplemente porque le apetece ver a la gente. Y que el plan vaya saliendo. ¿Qué haremos? No sé, vamos a recoger a X y ya de ahí vemos. O vamos a un sitio y de ahí decidimos. Ese es un plan más basado en las personas que en la actividad y conlleva una configuración mental y un espacio totalmente distinto.
Yo soy muy de "laissez faire". Mi tiempo a la vez es extremadamente valioso y terriblemente barato. Mientras esté con la gente adecuada, me da igual lo que hagamos. Pero precisamente porque tengo lo que yo percibo como poco tiempo libre (las percepciones son la clave; Cristiano Ronaldo puede sentirse pobre y yo puedo sentirme rico), no me la juego. Y hoy me decían algo que también es cierto; sigue tu instinto. Si algo va mal o parece que no va a salir... no fuerces. Porque ya tienes claro que no va a salir, así que no hay necesidad de insistir y forzar.
Tengo que aprender eso. Hoy ha sido un día guay, a pesar de muchísima tensión. Y mañana será un día guay. Simplemente hay que querer y entender que, a veces, es tan fácil como dejarse llevar.